martes, 22 de septiembre de 2009

EL OSO Y FAVILA. O UN NUEVO REGICIDIO VISIGODO



Y bien amigos. Hace unos días nos quedábamos en el momento en que Don Pelayo se autoproclamaba Rey de Asturias. Con la crónica de su victoria sobre las tropas musulmanas, muchos fueron los nobles visigodos e hispanorromanos que se le unieron. Mención especial hay que hacer a la base del ejército de Don Pelayo, un cúmulo de montañeses, de mayoría hispanorromana, que prácticamente fueron unificados a la fuerza por el nuevo autoproclamado Rey de Asturias. Don Pelayo.

Tras fortalecer su ejército, Don Pelayo corre a la toma de Gijón, a fin de cortarle la retirada a las tropas musulmanas que huían. Sin demora se pone en marcha y alcanza la meta, Gijón, aniquilando a las desbandada guarnición musulmana que la defendía.

A pesar de controlar la ciudad más importante de Asturias en el momento, Pelayo, que de táctica y estrategia militar algo sabía, decide salir de Gijón y situar la capita del nuevo Reino Cristiano de Asturias en Cangas de Onís, a sabiendas de la superioridad militar musulmana y de la ventaja que otorgaba a los rebeldes el abrupto y escarpado terreno montañoso. Desde allí gobernaría su nuevo reino, y recibiría a los cristianos sorprendidos, ilusionados y emocionados por las crónicas de su victoria sobre los invasores musulmanes.

A pesar de tratar de extender su reino, no sería hasta el reinado de Alfonso I en 740 d.C. que se expandiese el reino asturiano a zonas de Galicia y al oriente asturiano. Picapiedra Pelayo murió y fue despedido con honores militares y reales en 737 d.C. dejando el reino en manos de su hijo, Favila.

Este joven, primogénito de Pelayo, sólo pudo disfrutar durante dos años de su reinado. Ajeno a cualquier conflicto bélico con los musulmanes, dado que estos se preocupaban más de extenderse por el sur francés que de dominar los territorios escarpados y tremendamente duros del noroccidente de la Península, no tuvo grandes problemas para ser proclamado Rey, dada la costumbre hereditaria visigoda anterior a la invasión musulmana.

Cuenta la leyenda, que un desafortunado día, en una acción cazando en las montañas, Don Favila fue asesinado por un oso. No hay que olvidar que es bastante viable dado el número de osos que poblaban el territorio, así como los hábitos reales de la cacería de osos, que aún se extienden a nuestros días (supongo que ningún lector ha olvidado la noticia del embriagado oso que cazó el actual monarca español Juan Carlos I). Pues bien, el pobre neófito en el trono es muy pronto eliminado, y su cuñado, Alfonso I el Católico, casado con la hija de Picapiedra Pelayo Ermesinda, accede al trono conocido como Alfonso I El Católico.

Analicemos pues, el caso de Favila. Otros le llamaban Fafila. Pero en aras de un nombre menos ridículo, que no responda a la pronunciación de ciertos montañeses astures, le llamaremos Favila. Dada la nulidad de los avances en su reino puede considerársele una auténtica carga para el nuevo estado independiente de Al-Andalus (No vayamos a engañarnos, es el mismo caso que la inmensa mayoría de los reyes que han ejercido en la historia de España). No obstante, como hijo varón de Pelayo, y dado el carácter hereditario de la monarquía, no quedaba otra que hacerle rey.

El bueno de Favila decidió, como tantas otras veces, irse de caza en vez de hacer algo por su reino. Cabe destacar que ni siquiera se preocupó por desplazar la capital del reino astur a otro emplazamiento. Sólo se dedicó a vivir de sus privilegios. En esta situación, algunos dicen que debido a la tradición visigoda, decidió partir en busca de un oso. Digo tradición pues cuenta la leyenda que era tradicional que como prueba de masculinidad y hombría, para pasar de joven a adulto, como en tantas otras tribus, incluso actuales, el candidato debía dar caza a un oso salvaje.

El caso es que el bueno de Favila se perdió en la montaña en busca de su presa. Tanto se inmiscuyó en esa labor, que nunca volvió. Cuenta la leyenda que un oso criminal y asesino mató al bueno de Favila con sus garras. Ya era torpe, el bueno de Favila, convertido en cazador cazado.

Otras teorías de la historia más moderna apuntan más a un crimen político, del tipo que ocupó a los visigodos tantas veces, que a un pobre oso convertido en regicida. No sería de extrañar que un enviado de su cuñado, sabido es el odio que se tiene siempre por los cuñados, hubiese asesinado al bueno de Favila en aras de ostentar el trono. Y dado el gusto de los visigodos por estas labores, no me sorprendería que Alfonso, ahora Alfonso I de Asturias, decidiese hacerse con el nuevo trono asturiano.

Ya lo ven. Un oso regicida o un cuñado cabreado. Yo me inclino por el cuñado y la costumbre visigoda de poner y quitar rey a su antojo. Pobre Favila y pobre oso...

1 comentario:

  1. Soy profesora de secundaria y tengo un blog educativo para mis alumnos, buscando en la red información sobre el reino Astur he descubierto este bog y la entrada sobre Favila y el oso y no he podido resistirme a incluirla en mi blog, citando la fuente (su blog) por su puesto. Si por algún motivo no le parece adecuado la quitaría.
    El blog es "apruebohistoria.blogspot.com y la parte de la entrada que cito está incluida en la etiqueta "cotilleos históricos" con el título, claro, "Don Favila y el oso".
    Aprovecho para felicitarle por las entradas del blog, que me han parecido curiosas e interesantes.

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